Tras la crisis del Gobierno de finales de 1935 por la
aparición pública de inmoralidades administrativas de los radicales como el
estraperlo o el caso Nombela, el Presidente Alcalá-Zamora convocó elecciones
para febrero de 1936.
Después de la desastrosa experiencia del Bienio Negro, las fuerzas
de izquierda concurrieron unidas a las elecciones. Los frentes nacen de la
estrategia de la Internacional Comunista para frenar el fascismo tras el ascenso
de Hitler al poder. Así se creó el Frente Popular para oponerse a la derecha y
al reaccionarismo, se unían así: los republicanos de IR y de UR, los
socialistas del PSOE, los comunistas del PCE y del POUM, y los sindicalistas de
UGT y CNT.
La coalición de derechas la formaron la CEDA, los monárquicos
y los tradicionalistas.
El 16 de febrero de 1936 se produjo la victoria del Frente
Popular en todas las grandes ciudades. En el País Valenciano, el frente obtuvo
429.000 votos y la coalición derechista 380.000. En Castellón, el triunfo fue
para la derecha por una diferencia de 4.000 votos; al no obtener ninguna
candidatura el 40% de los votos se realizó una segunda vuelta el 1 de marzo de
1936. Tras la segunda, el Frente Popular venció por un 65% de los votos, la
explicación la encontraríamos en el hecho que el voto radical se decantó hacia
el Frente.
Por lo que respecta al resultado electoral en Almenara en
febrero de 1936: de los 1.426 electores votaron 861, es decir, el 64%. En las
secciones primera y segunda, el triunfo
fue para los representantes de la DRA (Derecha Regional Agraria); en cambio, en
la sección tercera el triunfo fue para el Frente Popular.[1]
Con fecha 12 de marzo llega una comunicación del Gobernador
Civil donde se expone:
“ ...teniendo en cuenta que el orden público en una
transición de gobierno como la actual depende en algunas ocasiones de la
organización de las corporaciones municipales y, por noticias fidedignas que me
merecen entero crédito, la actual corporación (de Almenara) en lugar de
mostrarse respetuosa con la decisión del cuerpo electoral se dedica a
menoscabar la libertad individual. En consideración así mismo, de que la vida
legal de las corporaciones municipales ha terminado ya tiempo por haber
rebasado el plazo de 4 años que fija la Ley y para evitar posibles
perturbaciones de orden público que la autoridad local está obligada a alejar en todo
momento y más en el actual.
He acordado el cese y destitución de toda la Corporación
Municipal de este pueblo que se entregará a la Comisión Gestora que con esta
misma fecha se nombra por su autoridad y la cual se presentará a tomar posesión
con sus correspondientes nombramientos.
Lo digo a usted como Alcalde cesante y para su conocimiento y
el resto de los concejales, para que no obstaculicen la posesión bajo ningún
pretexto ni motivo”.[2]
La Comisión Gestora estará constituida únicamente por
miembros de partidos y sindicatos del Frente Popular:
Alcalde
|
Vicente Navarro Dasca (PSOE)
|
Primer
teniente
|
Vicente Guerri Domingo (IR)
|
Segundo
teniente
|
José Arcos San Eduardo (UGT)
|
Síndico
|
Bautista Morales Forner (PSOE)
|
Depositario de fondos
|
Constantino Fuster Aymerich
|
Concejales
|
Jaime San Eduardo Bolta (PSOE)
|
“
|
Enrique Abad Marzal (UGT)
|
“
|
Vicente Rebollar Roig (PSOE)
|
“
|
Mateo Blay Altabella (IR)
|
Así mismo, mediante otra circular el Gobernador Civil ordena
la reposición en sus cargos de aquellos funcionarios y empleados municipales
suspendidos desde los hechos de octubre de 1934.[3]
La tensión social y la polarización creciente entre clases
creó desasosiego. Por un lado, la derecha y la patronal volvieron a sentir
amenazados sus intereses al retomar el gobierno las reformas; por otro, los
trabajadores unidos se movilizaron para presionar y conseguir de la patronal
las condiciones de trabajo del primer bienio. A lo anterior se unió la crisis
económica y laboral de la primavera de 1936. En Almenara, el 25 de mayo se
aprobó la creación inmediata del Registro Local de Colocación Obrera, más
conocido como la chapa, para paliar la grave situación del paro estacional. Se
fijó también el importe de los jornales: así, para un oficial de primera su
jornal ascendería a 9,50 pesetas, para un oficial de segunda a 8,50 ptas y para
un peón ascendería a 7,50 pesetas.[4]
La vida cotidiana durante el verano de 1936 no hacía
presagiar los acontecimientos tan trágicos que les tocaría vivir. Destacamos
como anécdota que las Juventudes Marxistas Leninistas pidieron en la sesión del
13 de julio una ayuda a la Comisión Gestora para su camarada José Gallego
Ribelles[5] que iba a participar en la Olimpiada
Popular de Barcelona que debía celebrarse a partir del 19 de julio, con diversas manifestaciones y fiestas y durarían
una semana.
Recordemos que en 1931 el Comité Olímpico Internacional (COI)
decidió que los XI Juegos tendrían lugar en Berlín. En ese momento, el gobierno
alemán era políticamente de centro-derecha, y el Comité no previó que Hitler
tomaría poco después el poder. Se produjeron protestas a nivel mundial. Las organizaciones
judías desempeñaron en ellas un gran papel.
En la vieja Europa, las protestas más fuertes vinieron de las
federaciones deportivas obreras de izquierdas. La Olimpiada Popular, no debía ser únicamente un medio de
propaganda del deporte aficionado, sino, ante todo, una denuncia de los Juegos
Olímpicos en la Alemania fascista. La idea inicial era que se organizara a
escala nacional, pero el entusiasmo en países como Francia y Bélgica ocasionó
que al final la olimpiada alternativa tuviera un carácter internacional. Los países y las regiones sin independencia
política como Argelia, Palestina, País Vasco recibieron en la Olimpiada Popular
un status con los mismos derechos. De esta forma se deseaba subrayar la
libertad de todos los pueblos. Se crearon tres categorías de deportistas: los
atletas de élite, los expertos y los aficionados. Desgraciadamente nunca
llegaron a celebrarse.
Cartel de la Olimpiada Popular |
¿Viviamos, por tanto, en un ambiente prebélico como se han
empeñado en demostrar la historiografía fascista y la revisionista actual?
No fue, sin duda, un periodo tan conflictivo como se nos ha
querido hacer creer desde el franquismo para justificar la insurrección. Ni la
guerra era inevitable ni el golpe militar previno de uno procomunista. Fue el
triunfo parcial de una rebelión militar y un fracaso parcial de la República
por abortarla lo que abre el camino a la guerra. Por consiguiente, no hubo más
culpables que los autores del golpe apoyados por Hitler y Mussolini, aquellos
que se proponían acabar con las instituciones republicanas, aquellos que veían amenazados sus privilegios. Esa es la única
justificación que encontramos.
[1] Ver
anexos.
[2] Comunicación
del Gobernador civil para la transición de poder pacífica. Acta de la sesión
extraordinaria de toma de posesión y constitución de la Gestora Municipal de 13
de marzo de 1936. Archivo Municipal de Almenara.
[3] Heraldo
de Castellón de 17 de marzo de 1936.
[4] Acta
de la sesión de 25 de mayo de 1936. Archivo Municipal de Almenara.
[5] Acta
de la sesión de 13 de julio de 1936. Archivo Municipal de Almenara. José Gallego
Ribelles (Pep) fue fusilado en Zaragoza.
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